jueves, 27 de mayo de 2010

lunes, 24 de mayo de 2010

entrevista

Alicia de la Peña Arroyo, una chica que actualmente cursa la carrera de Derecho en Burgos y que estuvo dos años en el Instituto Cardenal López de Mendoza. En él vivió muchas experiencias, el instituto la cambió. Hoy nos cuenta como fue esa etapa de su vida y que recuerdo la dejó el instituto con sus anécdotas, aventuras....A continuación, nos lo cuenta.

¿Cómo te decidiste a entrar al Instituto?

Tomé la decisión de cambiarme al instituto porque quería cursar el bachillerato internacional y era el único centro de Burgos que lo facilitaba. También porque mis antiguos amigos se encontraban en el centro…y siempre me había intrigado un instituto que estuviera ubicado en un edificio tan bonito y con tanta historia por descubrir dentro de sus muros.

Antes ibas a un colegio diferente ¿Cómo así ese cambio? ¿Notaste mucha diferencia entre ambos centros?


Siempre había querido ir al López de Mendoza, entonces fue como hacer realidad un sueño, una aspiración que tenía desde muy pequeñita y me hizo mucha ilusión que me aceptaran, no es que el otro colegio fuera malo o no me gustara sino que tenía ganas de un cambio radical. Si que noté mucha diferencia entre ambos, de un colegio concertado a uno público y las reglas en el publico eran menos estrictas, tenías más ámbito de libertad, no te controlaban tanto, no era tan personalizado. También noté cambio por el curso del BI en sí ya que la enseñanza era totalmente diferente al que se da en un bachillerato normal, asi que si que note mucho cambio.

¿Qué significo para ti el bachillerato internacional?

Una posibilidad de acercarme a conocimientos más amplios y específicos, estudiar cosas que en otros lugares no lo dan y que era la misma educación que le estaban dando a otras personas en lugares muy lejanos a Burgos. También me dió la posibilidad de conocer a gente que tenía muchas inquietudes y muy similares a las mías a la vez, una personas maravillosas tengo que decir con las que todavía sigo manteniendo un contacto muy cercano. La posibilidad de estudiar en una universidad en el extranjero también me condujo a esta elección, ya que mi futuro estaba indeciso en esas épocas, lo normal en cualquier adolescente.


¿Os sentíais como los “raros” del instituto?


Yo no lo llamaría raro, en el fondo éramos unos privilegiados, estábamos en la zona más bonita del edificio, teníamos clases reducidas donde toda la gente tenían las ganas de estudiar es decir muy pocas (entre risas) y sabia por lo que estaba ahí. Además nos fuimos de intercambio con unos holandeses los cuales vinieron a nuestras casas a burgos y fue una gran experiencia de convivencia. Aunque al ser los “raros” como usted dice también teníamos nuestras desventajas frente a los demás chicos del instituto ya que teníamos más clases, más trabajos, más que estudiar porque nos enfrentábamos a mas exámenes. Pero en una palabra y sin enrollarme mucho mi respuesta a tu pregunta es no.


¡El mejor recuerdo de esos dos años!


El viaje a Holanda por supuesto, fue como una “road movie” (risas).Estuvimos 24 horas en un autobús hasta que llegamos a Eindhoven, luego la familia, conocerla, adaptarse a sus costumbres, a sus reglas, los viajes por las ciudades holandesas, el buen ambiente con los compañeros, las anécdotas que surgieron después y sobre todo los recuerdos que aún perduran en nuestras mentes y nos hacen reír cada día más.
¿Se ha convertido el López de Mendoza en un lugar especial para ti?
¡Sí! Me lo pasé muy bien en esa época, fueron unos años entrañables a pesar de todo lo que teníamos que hacer. Los profesores fueron de gran ayuda en esos años y consiguieron hacer que estudiar no fuera tan pesado. Además, ahora cada vez que paso por el instituto cuando voy a la universidad, me sale una sonrisa espontanea al recordar los buenos momentos, que fueron la mayoría.


¿Cambiarias algo? ¿Estudios, profesores (entre risas) compañeros…?


Hombre, no hay nada perfecto y todo puede ser mejor, pero ahora mismo cambiar…cambiaria los días grises de Burgos (entre risas),No sé, un instituto sirve para lo que sirve, no puedes cambiar ni su funcionamiento, ni sus profesores aunque siempre hubo alguno malo, pero eso también forma parte de ello. Lo que si que puedo decir es que no cambiaria ni aun solo compañero, aunque no pudiera llevarme bien con todos o conocerlos bien a todos, no podría cambiar a nadie ya que cada con su forma de ser aporto su granito de arena a esa historia de dos años.

¿Ve diferencia entre el instituto en su época y ahora?

Tampoco tengo una visión tan amplia o tan alejada del momento como para descubrir diferencias, quizás la formación de los profesores, ya no hay maestros como los de antes (risas y los adolescentes crecen antes y tienen inquietudes distintas a las que teníamos en nuestra época. Pero en términos generales no encuentro ninguna diferencia muy significativa, siempre se seguirán haciendo las misma cosas, quizás un poco con las nuevas tecnologías con las que las forma de dar clase ira cambiando pero todavía queda mucho.


¿Cómo fue el adiós al López?


Muy triste, porque era una etapa que nunca mas va a volver, una edad que nunca más tendré y la forma de estar o de dar clases en la universidad, no va ser la misma que en el instituto. Te separas de tus amigos con los que has compartido cada minuto de tusa días y verlos va a ser más complicado, aunque no reunamos en vacaciones.
¿Instituto o universidad?
Pfff es una elección complicada, cada uno tiene sus cosas buenas , en el instituto tienes menos responsabilidades, menos presión, tu futuro todavía no está decidido, tienes capacidad de elegir, estas más despreocupado dentro de la presión lógica del día a día...y en la universidad es totalmente distinto, eres más independiente, tienes más libertad, esta menos estructurado, y eso si tienes muchas más posibilidades de hacer cosas como viajar, Erasmus, séneca…¿Una elección? Me quedaría con la universidad pero más por lo que estoy viviendo ahora ya que quedarme en el pasado no es lo adecuado, hay que avanzar y esta es una etapa con sus cosas distintas pero muy bonitas.

domingo, 23 de mayo de 2010

editorial

Un museo para recordar

Desde que se instauró este edificio como instituto para enseñanza pública, se supo convertir no solo en un edificio con aulas para impartir clases, sino en diferentes mundos por descubrir en sus pasillos. En un rincón de la tercera planta, al fondo a la derecha entre cuatro paredes se encuentran los conocimientos de todos esos profesores y alumnos que fueron pasando por el instituto en forma de objetos. El museo de ciencias naturales del Instituto Cardenal López de Mendoza es una de sus tesoros más preciados y uno de los más importantes de nuestra comunidad. Su fundador, el catedrático de historia natural en este mismo instituto José López Zuazo, fue quien decidió en 1903 reunir en una sala única las importantes colecciones y especímenes que había dispersos por las dependencias del centro.
Una de las cosas que hacen especiales a este museo son todos sus contenidos, desde piezas de anatomía humana del siglo XIX hasta trasladarnos a una mirada retrospectiva de las aulas y laboratorios del pasado a través de epidiascopios, proyectores, autoclaves, destiladores, balanzas, mecheros de laboratorio, etc…que formaban parte del equipamiento escolar de siglos pasados. Todos estos fondos básicamente proceden de donaciones particulares, antiguos alumnos, quien sabe si su tatarabuelo donó una guadaña que tuviera por casa muerta de risa.
A pesar de todas esas transformaciones que ha sufrido el edificio, el museo se conservó, de una sala a otra, ya que tras la necesaria restauración integral del edificio renacentista el museo se trasladó a la antigua sala de dibujo, con paredes pintadas al fresco y artesonados de madera decorados, un marco incomparable para los fondos allí depositados, que cautiva al visitante. Una suerte ya que hoy en día probablemente sea uno de los pocos museos escolares que aun se puede contemplar en aquellos viejos Institutos de Segunda Enseñanza a mediados del siglo XIX, y lo tenemos en Burgos, a nuestro alcance.
Un recinto privilegiado, cuyas paredes por si solas ya emanan belleza e historia burgalesa, se puede apreciar la importancia del patrimonio docente conservado hasta el día de hoy , en muchos casos único genero, al tiempo que se disfruta de una lección de Historia Natural a la antigua usanza.
Hay que mencionar que este museo es un gran recurso educativo para las enseñanzas de ciencias naturales y que ayuda a desarrollar a todo el mundo que lo visita sus conocimientos, actitudes y valores sobre el patrimonio natural de Burgos. Pequeños pasos para el futuro de los alumnos que son afortunados de pisar su suelo.
En Burgos está la catedral, conocida mundialmente, tenemos las Huelgas, magnificas tanto por dentro como por fuera, el Castillo, un paraje bellísimo digno de ver y el Museo de Ciencias Naturales del Instituto, conocido por… ¿nadie?, unos pocos privilegiados sólo saben de su existencia, deberíamos descubrir y visitar cada rincón de Burgos, hasta el más oscuro, aunque sea solamente por aquello de poder sentirnos orgullosos de nuestra ciudad.

reportaje

Cuando las piedras hablan

Centenares de personas pasean por los alrededores del Instituto “Cardenal López de Mendoza” cada día. Destacando entre los jardines que se encuentra, observamos una de las construcciones renacentista más importante de la ciudad de Burgos cuya belleza es indescriptible. Pero nadie sabe cual grande ha sido la historia y evolución del centro, no todo empezó como un instituto donde impartían clases, sino que nos remontamos al siglo XVI para saber de sus comienzos.
Exactamente la construcción del edificio empezó en 1538 la construcción de esta obra de sillería de gran calidad. La fachada, perfectamente plana y en desarrollo horizontal, es un gran muro de sillería dividido en siete lienzos separados por contrafuertes de sección cuadrada. En los extremos del muro se disponen sendos contrafuertes circulares con el escudo del cardenal a media altura. En cada lienzo van dos ventanas alargadas, una en cada piso, la superior con arco de medio punto y la inferior ojival. En el lienzo central se dispone una portada de gran belleza formal en claro desarrollo vertical dispuesta en tres cuerpos: el inferior que remeda una arquitectura clásica con dos columnas exentas en la que se encuentra la puerta con arco de medio punto y dos clípeos con bustos masculinos en las albanegas.
El patio, de forma cuadrada, dónde hoy en día vive Lentula, la tortuga querida por todos los alumnos, es el eje de la construcción, tiene dos galerías formadas por arcos rebajados que se apoyan en pilastras adosadas. En el centro hay un pozo con su brocal liso. La escalera principal se encuentra en el ángulo NO. Es de tipo claustral, austera pero señorial formada por tres tramos en cuyo segundo rellano se encuentra una ventana de asiento. Se accede a ella por un espacio con arco carpanel y, en la parte superior, con arcos escarzanos, tanto en el vano como en la tribuna.
En el segundo cuerpo, de menor tamaño, enmarcado por las cornisas y dos columnas adosadas, se dispone la gran cartela fundacional soportada por dos pequeños tenantes con el texto de la fundación del Centro y sobre ella el escudo del Cardenal sostenido por otros dos tenantes de mayor tamaño. El cuerpo superior está presidio por una hornacina avenerada que recoge la escultura del obispo San Nicolás, patrono del Colegio. A sus lados van dos pequeñas ventanas con arco de medio punto. Bajo todo esto hay una ventana-tabernáculo, como en la casa de Miranda, en cuyos lados van dos telamones con las extremidades inferiores drapeadas.
Pero aparte de apreciar el arte de su construcción, lo que vamos a desvelar es la historia del centro.
D. Iñigo López de Mendoza, Obispo de la ciudad cacereña de Coria (1520-1529) y Obispo-Cardenal de Burgos (1529-1535), era de familia muy noble, pues era nieto de los Condestables enterrados en la capilla homónima de la catedral de Burgos. Su familiar y testamentario, Pedro Fernández de Velasco, mandó construir el edificio en 1538 con las rentas que había dejado el Cardenal.
La fundación de este edificio que hoy lleva el nombre del cardenal fue el resultado de la preocupación del mismo por los más pobres de su diócesis. Por ello decidió en su testamento fundar este Colegio que se llamó de San Nicolás porque él era Cardenal del título de San Nicolás.
Durante el siglo XVI hubo muchos enfrentamientos con el Ayuntamiento sobre la dirección y gestión del Colegio; por ello el testamentario cedió el centro a los jesuitas lo cual provocó un rechazo total de la ciudad, particularmente de otras órdenes religiosas que no compartían dicha cesión y un rechazo especial a los jesuitas que salían beneficiados.
Consecuencia de estos enfrentamientos, el rey Felipe II permite que las monjas de Calatrava ocupen el edificio desde 1570 hasta 1578. En este lapso de tiempo algunos sectores de la ciudad quieren que se convierta en Universidad. Por ello Felipe II envía a Burgos al Obispo de Segovia Diego de Covarrubias y Leiva para que elabore un informe con la intención de ver si presentaba las condiciones físicas y económicas que permitiesen la creación de una Universidad. El informe poco favorable y la oposición de la Universidad de Valladolid frenaron este intento. En 1582 hubo otro intento de convertirlo en Universidad.
Durante los dos siglos siguientes el colegio de San Nicolás desarrolla su función didáctica con muchos incidentes, particularmente en el siglo XVII y a finales del XVIII por sus penurias económicas. Por ello en 1804 el Patronato recibe la solicitud de que las instalaciones sean cedidas para depósito de granos, pero continuando con su función docente. En 1806 fue almacén de lanas de los comerciantes burgaleses. Y en 1808 los soldados franceses se adueñan del edificio dirigidos por Napoleón con fines militares.
Las Cortes de Cádiz resucitaron la vieja posibilidad de convertirlo en Universidad pero fue imposible. Con el Trienio Liberal el intento de recuperarlo para la enseñanza fue más serio debido al interés del Ayuntamiento en ese propósito. Se hicieron obras en el centro y se nombró el cuadro de profesores comenzando a funcionar como Universidad de segunda Enseñanza en 1822; pero el proyecto fue muy corto, pues al año siguiente cambiaron radicalmente las cosas.
Los aires liberales que soplaban en España son los que permiten recuperar definitivamente el colegio para la enseñanza. Fue el Instituto Literario Superior que funcionó desde 1840 hasta 1845. Pero como el edificio del viejo Colegio de San Nicolás estaba ocupado por los militares, las clases se debieron impartir en el Seminario Conciliar de San Jerónimo.
En 1845, con el Plan Pidal de Enseñanza Media, se crearon los Institutos de Segunda Enseñanza, uno por cada provincia. En Burgos inmediatamente se pensó en el viejo Colegio de San Nicolás como sede del nuevo Instituto. Pero había que desalojar al cuerpo de Artillería que ocupaba el edificio. Esto se consiguió, en 1849, por la inestimable labor del primer Director elegido del Instituto D. Juan Antonio de la Corte y Ruano-Calderón, Catedrático de Geografía e Historia. En el año 1898 se instala el Jardín Botánico y el centro se convierte en “Instituto General y Técnico”, albergando a la Escuela Normal de Magisterio.
Importantes profesores iniciaron la labor docente en el nuevo instituto. Junto a las asignaturas tradicionales estaba la de Agricultura teórico-práctica que acaba convirtiéndose en una cátedra en 1876. Para ello el Instituto disponía de un Jardín Botánico al que se incorporó un invernadero en la década de los 70. En 1861 se instaló en el centro el Observatorio Meteorológico provincial, En 1861 se instaló en el centro el Observatorio Meteorológico, de ámbito provincial, que ha venido funcionado como tal hasta finales del siglo XX. El legado patrimonial que nos deja incluye hojas de datos climatológicos originales de cerca de medio siglo y algunos elementos de equipos de meteorología del siglo pasado, que se están ampliando actualmente con nuevas donaciones. El Instituto fue creando una importante biblioteca, conseguida con las incorporaciones a través de los presupuestos ordinarios, de las bibliotecas de monasterios exclaustrados y de donaciones entre las que destacamos las llevadas a cabo por el gobierno francés, con motivo de los cursos de verano y, sobre todo, la donación del profesor Eloy García de Quevedo, este fondo se dividió cuando se creó el segundo instituto burgalés, el Instituto Conde Diego Porcelos. Por último en el año 1903 El el Museo de Ciencias Naturales, actualmente uno de los más importantes de nuestra comunidad.
Durante algunos años el Instituto fue colegio de internos; se situaban las cátedras en la planta baja, y el internado, en régimen completo o mediopensionista, en el primer piso.
Una vez entrando en el siglo XX el centro pasa a denominarse Instituto Cardenal López de Mendoza, en honor de su fundador. Aunque desde 1936 estaban separados los alumnos por sexos dentro del mismo edificio a comienzos de la década de los sesenta se construye un nuevo pabellón que será para alumnas, permaneciendo los alumnos en el edificio del siglo XVI. Ese nuevo pabellón se inauguró en 1963. Esta separación tomará otra entidad cuando en 1967 se crea un nuevo instituto, el segundo de la capital dedicado al Conde Diego Porcelos, fundador de la ciudad, que será Instituto masculino quedando el Instituto Cardenal López de Mendoza como Instituto femenino. Durante el curso 1985-86 se incorpora al Instituto López de Mendoza la modalidad del Bachillerato Internacional.
El año 1995 se celebró el sesquicentenario de la creación del instituto que se celebró con una importante exposición retrospectiva con documentos y materiales alusivos a la historia del centro. Presidió los actos el ministro de Educación D. Eduardo Saavedra perpetuando el acto con una placa en la biblioteca de alumnos. Ese mismo años se implantó la ESO en el primer curso del segundo ciclo.
Al año siguiente, ante la ruina inminente de vigas y cubiertas del edificio, se llevó a cabo una importante obra de reparación integral siendo director D. Antonio Valverde Ortega. Se hicieron importantes mejoras cambiando la distribución de espacios, como la Dirección, la Secretaría y el Museo de Ciencias Naturales que pasó a ocupar el aula general del primer piso donde durante mucho tiempo estuvo la Cátedra de Dibujo. Las obras concluyeron en diciembre de 1999 a cuya inauguración asistió la Subsecretaria del Ministerio de Educación Dª Ana Pastor y autoridades locales.
La inauguración del curso 2002-03 fue presidida por la Infanta Dª Cristina acompañada de la Ministra de Educación, el Presidente de la Junta, el Alcalde de la ciudad y la Directora del Centro Dª Pilar Cristóbal Plaza, hechos que quedan grabados en una inscripción lapidaria en la Capilla, junto a otras dos que conmemoran el traslado del instituto en 1849 y la visita de la reina Isabel II en agosto de 1861.
Esta la historia de este edificio, desde que se empezó su construcción ha tenido una finalidad confusa en cada momento, pero que al final ha llegado a ser un instituto de enseñanza mixta en la ciudad de Burgos, con una gran historia detrás de sus muros de caliza.

artículo

Un libro, un mundo

El palentino Ignacio Ruiz Vélez, profesor del Instituto cardenal López de Mendoza ha escrito varios libros a lo largo de su larga vida de docente .Diversas publicaciones científicas muy valoradas, la última de ellas Colegio de San Nicolás-Instituto Cardenal López de Mendoza donde nos desvela la historia del edificio, su pasado, su evolución, sus secretos…todo ello en esta obra publicada apenas un par de meses.
Una obra de consulta necesaria si queremos descubrir acerca del López de Mendoza, antiguamente llamado Colegio de San Nicolás. El libro empezará hablándonos de la fundación de este edificio fue el resultado de la preocupación del Cardenal por los más pobres de su diócesis. Por ello decidió en su testamento fundar este Colegio que se llamó de San Nicolás porque él era Cardenal del título de San Nicolás in carcere Tulliana. La finalidad era formar buenos curas y ahora tras un largo proceso de evolución y cambios la finalidad es formar a buenos alumnos y excelentes personas. La historia de este centro educativo desde su fundación por D. Iñigo López de Mendoza, su conversión en Instituto de Segunda Enseñanza a raíz del Plan Pidal de 1845 y las transformaciones que ha experimentado en la segunda mitad del siglo XX. Fruto de su dilatada historia son los restos patrimoniales que en él se albergan: un magnífico edificio renacentista, su Museo de Ciencias Naturales, el Jardín botánico, la Biblioteca y el Observatorio astronómico.
Es en la segunda mitad del siglo XX tuvieron lugar algunas transformaciones importantes. En el año 1957, el Instituto deja el nombre de Colegio de San Nicolás y toma el de “Cardenal López de Mendoza”, en honor a su fundador.
No cabe duda que el final de la obra reside en la última reforma en 1996, la ruina inminente de vigas y cubiertas del edificio llevó a cabo una importante obra de reparación integral siendo director D. Antonio Valverde Ortega. Se hicieron importantes mejoras cambiando la distribución de espacios la obra final. Con esto termina la larga lista de transformaciones que ha sufrido el edificio desde su construcción y que encontraremos en el libro.
Ignacio Vélez ha estado años para conseguir toda la información necesaria para dotar a la obra de una infinidad de información acerca del instituto. Unos años rebuscando entre los archivos municipales y provinciales de Burgos, una tarea un tanto pesada, pero con un resultado muy gratificante, el nacimiento de una guía perfecta.
Pero no lo realizó sólo, en este libro también ha colaborado otro profesor del instituto y antiguo alumno, Rafael Pampliega Pampliega, autor de la conocida obra de arte e historia como Rabe de las Calzadas noble villa Burgalesa.
Conseguido acabar el libro y ponerlo a la venta de momento va por su primera edición, una interesante obra que todo burgalés debe leer.

El instituto