domingo, 23 de mayo de 2010

editorial

Un museo para recordar

Desde que se instauró este edificio como instituto para enseñanza pública, se supo convertir no solo en un edificio con aulas para impartir clases, sino en diferentes mundos por descubrir en sus pasillos. En un rincón de la tercera planta, al fondo a la derecha entre cuatro paredes se encuentran los conocimientos de todos esos profesores y alumnos que fueron pasando por el instituto en forma de objetos. El museo de ciencias naturales del Instituto Cardenal López de Mendoza es una de sus tesoros más preciados y uno de los más importantes de nuestra comunidad. Su fundador, el catedrático de historia natural en este mismo instituto José López Zuazo, fue quien decidió en 1903 reunir en una sala única las importantes colecciones y especímenes que había dispersos por las dependencias del centro.
Una de las cosas que hacen especiales a este museo son todos sus contenidos, desde piezas de anatomía humana del siglo XIX hasta trasladarnos a una mirada retrospectiva de las aulas y laboratorios del pasado a través de epidiascopios, proyectores, autoclaves, destiladores, balanzas, mecheros de laboratorio, etc…que formaban parte del equipamiento escolar de siglos pasados. Todos estos fondos básicamente proceden de donaciones particulares, antiguos alumnos, quien sabe si su tatarabuelo donó una guadaña que tuviera por casa muerta de risa.
A pesar de todas esas transformaciones que ha sufrido el edificio, el museo se conservó, de una sala a otra, ya que tras la necesaria restauración integral del edificio renacentista el museo se trasladó a la antigua sala de dibujo, con paredes pintadas al fresco y artesonados de madera decorados, un marco incomparable para los fondos allí depositados, que cautiva al visitante. Una suerte ya que hoy en día probablemente sea uno de los pocos museos escolares que aun se puede contemplar en aquellos viejos Institutos de Segunda Enseñanza a mediados del siglo XIX, y lo tenemos en Burgos, a nuestro alcance.
Un recinto privilegiado, cuyas paredes por si solas ya emanan belleza e historia burgalesa, se puede apreciar la importancia del patrimonio docente conservado hasta el día de hoy , en muchos casos único genero, al tiempo que se disfruta de una lección de Historia Natural a la antigua usanza.
Hay que mencionar que este museo es un gran recurso educativo para las enseñanzas de ciencias naturales y que ayuda a desarrollar a todo el mundo que lo visita sus conocimientos, actitudes y valores sobre el patrimonio natural de Burgos. Pequeños pasos para el futuro de los alumnos que son afortunados de pisar su suelo.
En Burgos está la catedral, conocida mundialmente, tenemos las Huelgas, magnificas tanto por dentro como por fuera, el Castillo, un paraje bellísimo digno de ver y el Museo de Ciencias Naturales del Instituto, conocido por… ¿nadie?, unos pocos privilegiados sólo saben de su existencia, deberíamos descubrir y visitar cada rincón de Burgos, hasta el más oscuro, aunque sea solamente por aquello de poder sentirnos orgullosos de nuestra ciudad.

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